El amante. Primera parte

Querida Francisca: Se que hace mucho no te escribo, pero eres la única que puede entenderme y apoyarme, eres como la hermana que nunca tuve y sé que aunque de niñas muchas veces nos des-primamos, finalmente eramos las únicas que nos entendiamos y complementabamos, es por eso que me decidí a escribirte y contarte lo que está pasando con mi vida, necesito tu consejo.

Estoy cansada de mi matrimonio, Felipe ya no es el mismo, cuando recien nos casamos él corría por complacer mis caprichos, ahora me recrimina y me dice que soy una remilgada y antojadiza; antes, me invitaba a salir, ahora me dice que le prepare la cena y luego se va a ver televisión, al menos eso dice, porque se queda dormido de inmediato echandose pedos y roncando como condenado. Pensar que cuando nos casamos todo era un mar de rosas, "mi amor" "chimichurri" "perri" nos deciamos tantos apodos bobos, pero no ahora solo es "¡Vieja traeme la cerveza!", "¡prepárame un sandwich!", ¡Déjame ver tranquilo el fútbol! y yo....yo ¿qué? qué pasa con lo que yo deseo, qué paso con mi esposo calido y cordial, mi esposo juguetón, mi esposo sex machine, eso ya no existe!!!!

Mis amigas me dicen que me busque un amante, pero no sé, es tan pecaminoso, ¿qué diría la familia si se enterase? mal que mal ellos piensan que mi matrimonio es perfecto, porque sabemos aparentar muy bien y lo que todos ven como miel sobre ojuelas no es más que la mascarada de ojuelas con hiel...

No sé que hacer, por un lado me aterra la llegada de la noche, la rutina conyugal es atroz, él se acuesta, yo me acuesto, intento hacerle cariño y se voltea, le hablo y ronca y no sé si realmente duerme o solo lo hace para esquivarme, me decepciono, volteo y lloro toda la noche, y él ni se inmuta.... me siento devastada por el letargo en el que cayó nuestra relación, desearía no haberme casado nunca, haberme quedado solterona como la tía Berta, total, cuando ella necesita satisfacer sus necesidades solo contrata un gigoló y se acaboó su problema, a veces pienso que las mujeres deberíamos ser una tribu de amazonas, y mantener hombres solo para la reproducción, así nos evitariamos tantos problemas, pero eso es imposible, como dice un viejo refrán "no puedes vivir con ellos, pero tampoco sin ellos" y es que la naturaleza hizo tan exquisita a aquella raza opuesta a nosotras, pero a la vez los hizo tan incomprensibles y faltos de tacto, sus sentimientos parecen haberse quedado dormidos en algún rincon de su cerebro y despiertan solo en contadas ocasiones como un gen recesivo o yo que sé, no soy genetista, soy tan solo una esposa, madre y vendedora de bienes raíces....


Bueno Francisca, de momento no puedo seguir escribiendo, Felipe está por llegar y se molestará si no le tengo la comida servida, así es que te dejó y vuelvo a escribirte en cuanto pueda.


con amor, Catalina.