lunes, mayo 23, 2005

Marionetas

Era una buena niña, ese fue el consenso general, tras largas horas de desvelo frente a una insipiente taza de café mal preparado, tras dos interminables días de velatorio. El consenso final fue “era una buena niña”

Si tan solo hubiesen soltado los hilos que la amarraban, si sus alas se hubiesen desplegado como siempre añoro, si tan solo no le hubiesen prohibido ver a sus amigas, si alguien la hubiese escuchado.

Nadie podía sospechar lo que sucedía en aquella cabecita de oscuros cabellos, nadie imaginaba que aquel silencio y aquella sonrisa frágil eran un grito desesperado de auxilio, nadie la pudo comprender jamás.

Su manos clamaban piedad, sus ojos pedían ayuda, gritaba, sí, gritaba con el silencio más poderoso del universo y se ahogaba en un mar de pensamientos sin sentido que la volvían cada vez más débil, más vulnerable.

Una vez quiso romper los hilos que la sostenían, pero cayo, sus piernas se doblaron en tres partes y sus brazos cayeron sobre sus rodillas, su espalda se retorció y por primera vez supo lo que era una lágrima, esa pequeña cosa húmeda y tibia que bajo por su mejilla.

Nunca más intento soltar sus cuerdas, más soñaba con tener alas, y volar a mundos lejanos y desconocidos, quería sentir el viento sobre su cabello, el viento en su rostro, sentir, solo sentir, pero él siempre lo impidió.

El era un ser grotesco, malhumorado y egoísta, él solo la quería para sí, para su deleite personal, y a los otros; pues, a los otros los tenía de complemento para su distracción diaria.

Algunas veces cortaba sus piernas, solo por el placer de verlos sufrir, otras las más, los acercaba al fuego, buscando expresiones de pavor, pero de ella nada obtenía.

Hace dos días todo terminó. Ella cobro fuerzas, se puso de pie y se dispuso a emigrar de aquel lugar donde nada tenía sentido. Cogió el arma letal, se roció con bencina, tomó el encendedor, las flamas la abrazaron, los hilos sucumbieron y la pequeña se estremeció en un leve suspiro, luego desapareció.

Hoy todos vestían de negro. Él estaba destrozado, su pequeña había sucumbido ante las llamas infernales, él quería desaparecer a su lado, pero ella le había ganado, nunca más nadie jugaría con sus hilos. El resto de las marionetas, aún seguimos aquí, llegando a burdos consensos como “era una buena niña”.

3 comentarios:

[*D∂n*] dijo...

La verdad nose si entendi lo que quiziste describir.
Pero entendi ami manera claro.
Muy lindo
Cariños

Maurisio dijo...

Me parecio exelente, eso si que algunas marionestas tratamos de romper los hilos, en mi caso solo me quedan 2 hilos faciles de romper pero no se si lo pueda lograr, el problema sucede con los que no se dan cuenta de lo que son y los que lo asumen libremente sin hacer nada para remediarlo.

Anónimo dijo...

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Que la páz de Cristo esté siempre contigo, Amén.