sábado, octubre 01, 2005

La abeja reina

Cierto día de invierno, cuando las abejas trabajaban afanosamente en su producción de miel y en rendir tributo y pleitecia a su reina, notaron que, bajo el panal, se escuchaba un raro zumbido. Una abeja de la guardia real bajo con su pequeña lanza, tenía temor, pues lo que estaba allá abajo podría, perfectamente, ser un zangano o un abejorro y podrían herirle. Al descender, la abeja centinela se dio cuenta que el zumbido provenia de una hermosa abeja reina, seguramente, el panal de esta abeja había sido destruído por sus enemigos y escapando, ella habría llegado hasta allí.

El abeja centinela tomó a la reina extranjera con mucho cuidado y la llevó donde su monarca. La Reina del panal miro a la intrusa con un odio indescriptible, pues la extranjera, a pesar de estar herida, era mucho más bella, llamaba la atención y cautivaba a todos sus subditos.

Sin saber como actuar, la reina miraba a su 'adversaria' y destilaba odio en su contra, las otras abejas mujeres del panal, también destilaban odio hacia la extranjera, no era posible que 'esa' aparecida viniese a robarles la atención de los abeja varones. Mientras tanto la herida extranjera intentaba recuperarse y era atendida por todos los abeja varones.

Pasaron algunos días y la extranjera se recupero, jugaba y bailaba mucho con los abeja varones, quienes la admiraban por su belleza y por su sencillez, pues siendo una reina, estaba muy agradecida por los cuidados que le habían brindado y se mostraba humilde y cordial.

En palacio la reina se sentía perturbada, deseaba elimianar a la aparecida que le había revolucionado el panal y que le había restado admiradores, para ello planeo una maquiavélica confabulación contra la extranjera, apoyada siempre por las avejas hembras.

Cierto día en que la extranjera paseaba por el campo de polen, la reina y sus secuaces la interceptaron y lanzaron sobre ella pintura roja, luego se marcharon.

Al regresar la extranjera al panal se dio cuenta que todos la miraban con odio y rechazo, la guardia real la tomó prisionera y la fusiló inmediatamente.

El plan de la reina y las secuaces había funcionado, el rumor de que la extranjera había matado al pequeño principe había surtido efecto y la pintura roja, que confundieron con la sangre del difunto, termino por inculpar a la víctima inocente de la envidia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Detesto la envidia... puede llegar a causar muertes innecesarias.

Alejandro dijo...

a mi una vez una abeja me pico y la mate!!!

seguro me tenia envidia


jejejeje

Anónimo dijo...

no ley el cuento pero debe ser wueno
saludos pa la belen adios

Anónimo dijo...

Lo que puede hacer la envidia. Qué atroz.

¿ Se dará así mismo entre los seres humanos ?

Por suerte no soy una abeja ...

[ Hródric ] dijo...

qué lata la envidia.

... y se da así mismo entre los humanos

menos mal que no soy abeja.