
Todo habitante de Coronel sabe que un viaje en bus no es algo muy grato, partiendo del hecho que el viaje es largo y monótono y pasando al trato que pasajeros y choferes se propician. Ahora bien, el asunto de complica cuando el pasajero viste uniforme o lleva cuadernos, libros y mochilas.
En el ir y venir de los viajes cotidianos, podemos identificar una rica fauna de personas que pululan a través del servicio de locomoción, partiendo de choferes y pasajeros, pasando por vendedores de helados y dulces, payasos con antiquísimas y aburridas rutinas, hasta los infaltables y nunca bien ponderados borrachitos que se suben a los buses.
Los Choferes.
Esta especie es una de las más complejas que habitan en la ruta 160, los tenemos de distantitos tipos, sabores y tamaños. Los hay quienes son muy amables, generalmente algún tatita chofer o un gordito bonachón que no se complica la vida y que va manejando feliz por la ruta. Son los menos.
Luego tenemos a los galanes, esos choferes que ven subir algo con falda y comienzan el piropeo y de plano no te cobran el pasaje, pero te invitan a “sentarte al lado del chofer”, lo sé porque varias veces en mi época de pingüina (época en la cual mi jumper era un taparrabo) viaje gratis de Concepción a Coronel. Este espécimen jura que es una mezcla entre Brad Pitt, Jonhy Deep y Jean Claude Van Damme, claro no se da cuenta que producto del sedentarismo de su trabajo, no tiene las calugas de Van Damme sino que posee un lindo calugón Pelayo.
Los “demonios de la carretera”; son los más temidos, choferes que cuando están tras el volante olvidan que son padres y esposos y se convierten en una máquina de correr, parece que llevan plomo en los zapatos porque no viajas en bus, sino que vuelas en bus, son capaces de llegar en 25 minutos al centro de Concepción, claro que cuando tocas el timbre para bajarte te ponen mala cara porque les estás haciendo atrasar su recorrido y pobre de ti que se te ocurra decirle “chofer, la puerta” “mestro la puerta”, porque la sarta de garabatos que te lanzan solo podría descifrarla un experto en “Zulú”. Este tipo de chofer es el que te ve de estudiante y amablemente te dice ¡¡¡“sale de aquí cabra ·$·&&% , no llevo estudiantes”!!! y si ya subiste te sacan a patadas del bus.
Los chicos Techno: La verdad, ya no se ven mucho, antiguamente eran eternos viajes de punchi punchi martillando la cabeza, ahora han evolucionado y estos especimenes ya no son los technoboy’s ahora con Reggetoneros, subes al bus y te vas escuchando desde “que la azoten” a la “gasolina” y otra sarta de estupideces más, canciones sin sentido y con letras que denigran la integridad femenina, pero todo mundo va feliz porque el ritmo es caribeño y a todos les encanta el “perreo”.
Los clásicos cumbiancheros: Es el típico chofer gordito transpirón, suda y suda y suda, por decirlo de cierto modo coloquial, “suda la gota gorda”, no es antipático, de hecho tiene un muy buen trato con la gente porque anda feliz, escucha cumbias del tipo “galeón español” y maneja tranquilo por la vida.
El docto: Casi no existe, es un espécimen en peligro de extinción, pero aún quedan algunos que deleitan los sentidos con música docta.
El rockero: Es relativamente joven, bordea los 30, lleva programada la radio Futuro o bien va escuchando un buen disco de Pink Floyd o AC/DC, usa gafas negras y camisa, no es cordial, pero tampoco descortés, simplemente no le interesas, recibe tu pasaje y se acabo el contacto con el pasajero, él va en la suya.
LOS PASAJEROS.
Otra fauna distinta, hay dos clases de pasajeros, Civiles y estudiantes. Cada uno con sus particularidades.
Los estudiantes. Hay de todo, muchos son malandras que a la primera de cambio van rayando los buses con sus seudo – declaraciones de amor o simplemente con sus nombres, a causa de ellos los choferes nos odian aún más. Otros en cambio, suben a los buses muy cansados y si pillan un asiento se van durmiendo todo el viaje, algunos inclusive se pasan de largo…Para cualquier estudiante de Lota y Coronel la carga es sumamente pesada, entre estudiar y viajar todos los días, quedarse todo el día en Concepción, muchas veces sin almorzar y sólo porque el tiempo no alcanza para regresar a casa, ha transformando a muchos estudiantes en zombis… parecen vivos, pero no lo están, solo pululan por el mundo en pos de un auténtico equilibrio emocional…
Las señoras: Tenemos a las señoras reclamonas, que suben al bus e inmediatamente comienzan a pedir el asiento “hummm, los estudiantes deberían dar el asiento, una va cansada” ¿y qué se cree esa señora, piensa que es la única con derecho a cansarse?... También está aquélla señora que no te dice nada, pero te pone el bolso en la cara y comienza con quejidos “ahhh” “hummm” “ahh que dolor”, intentando que por la razón o la fuerza le des el asiento (shan) o aquélla otra que se sienta y sienta en sus piernas a dos cabros chicos y te aprisionan contra el rincón, mientras uno de los niños te babosea y el otro te golpea, atroz. Y tampoco falta la señora que te pone las pechugas en el rostro o de plano el trasero, no le interesa que tu vayas sentado con un alto de cuadernos y bolsos ella acomoda su humanidad en tu rostro y se queda muy campante sin inmutarse por el malestar que causa a otros.
Los caballeros: El que no se queda dormido y ronca, abre las piernas como si tuviera gónadas gigantes, o como si no hubiese nadie más a su lado, te aprisionan con sus piernas y se abren a sus anchas sin importarle quien vaya con ellos. Los hay también muy caballeros a la usanza literaria, quienes te ceden el asiento si te ven muy cansada (sin que nadie se los pida) o que te defienden si alguien te dice alguna pesadez. También está el pícaro, aquél que cuando subes con un escote, o en realidad cuando sube cualquier cosa con piernas y falda comienza a piropear en mala, “shitzzz shitzzz mejetaaaaa, wuashita carnua” jaja, por suerte no hay tantos de esos.
Miscelanea
Bajo este concepto se reúnen todo el resto de “elementos” que pululan por los buses coronelitos, por ejemplo, el vendedor de helados que tan raudamente sube al bus y te ofrece una linda forma calórica de pasar la sed, y una la tonta, compra dulce cuando no puede comerlo.
Los bebes llorones, no dejan dormir, no dejan leer, se hacen popo y dejan el bus pasado, pero te miran con sus ojitos de cordero degollado y se olvida cualquier cosa que pudo haber hecho la pequeña criaturita.
Los payasos, llevo más de 11 años viajando en estos buses y siempre escucho la misma rutina ¿por qué no inventaran una nueva? No lo niego, igual me río, pero no es lo mismo una rutina fresca y nueva y una que has escuchado los 11 últimos años de tu vida….
El Manilargo. La micro va llena, todos apretujados, en especial en las horas pic, digamos 7 de la mañana y 7 de la tarde, señoras reclamando, guaguas llorando, hombres durmiendo, estudiantes agotados y molestos con el trato que les dan, escolares con falditas diminutas y los manilargos que andan dando agarrones a lo disimulado…en todo caso, ellos no son los peores, también estan los “escobilla” porque pobre de ti que estés tras uno de ellos, te puntean de lo lindo y parecieran cepillarse en tu cuerpo….
La anécdota.
En uno de mis tantos viajes hacia Concepción, esperaba tranquilamente el bus en el paradero, hace tiempo no soy estudiante, pero sigo vistiendo jeans y zapatillas para ir a trabajar, los buses pasaban y pasaban y no querían pararme, claro, tenia pinta de estudiante. Paso un rato, hasta que mi vena comenzó a hincharse y latir y por fin paro un bus, no era que bruto de última generación de buses, pero estaba bien. El subir, lo primero que oigo son las notas de “mala mala mujer, fuiste infiel fuiste infiel”, clásica cumbia, sonreí, salude al chofer quien me miró con desprecio, le pague el pasaje y me senté en el bus. Como es costumbre me quedé dormida, desperté cuando me di un cabezazo contra el respaldo de uno de los asientos, mire alrededor, parecía que nadie lo había notado, así es que disimulé, saqué un espejo y me polvee la nariz, luego sentí una gran humanidad aplastando parte de mi casaca, era una señora, muy buenamoza, bastante rellenita que se acomodaba en su asiento con toda su humanidad, acorralándome y dejándome casi sin espacio vital. Decidí cambiar de asiento y me fui a sentar al lado de un estudiante, él se reía sólo, llevaba conectado un reproductor de música, todo iba bien hasta que comencé a sentirle el tufo … un olor a copete… que me vi forzada a cambiarme nuevamente, me senté en la última hilera de asientos, a esta altura ya iba un poquitito apestada arriba del bus, cuando paso lo que por poco provoca “un día de furia” subieron dos payasos a hacer “la misma rutina de siempre” y ¡oh! Caracoles, me empezaron a agarrar de material, toda la gente del bus me miraba y mi vena en la frente comenzaba a hincharse, cuando uno de los payasos me dice “señorita usted sabe quien fue el primero hombre” y yo que le iba a responder y él que me dice “Abraham” y el otro payaso le grita “no idiota es Adán” y el que estaba al lado mio me dice “ve que es tonta señorita, era Adán no Abraham” y ahí toda la gente se largo a reír mirándome con cara de “aja” …entonces fue el caos… le grite al payaso ¡¡¡por qué no vas a molestar a tu abuela, hagan una rutina nueva payasos de mierda, tonta tu abuela insolente %&$&$%&$/& y bueee el descargo descomunal, creo que luego de eso mi foto debe estar en el sindicato de payasos micreros en un tablero de dardos, jaja…
PRONTO LA SEGUNDA PARTE.